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xymecar15

La Verdadera Amistad

La  amistad, como el amor,
necesita cuidados diarios y detalles. No olvidemos que, igual que toda planta,
crece poco a poco, hasta convertirse en un gran árbol.

Muchos jóvenes no se preocupan por mantener y cultivar una amistad porque viven
el momento, sin preocuparse mucho por el futuro y creen que lo que tienen nunca
acabará. Están solos, pues sólo se preocupan de sus propias necesidades aunque
aparentemente están rodeados de "amigos". El egoísmo que nos aturde
actualmente, impide descubrir a esas personas que valen la pena mantener como
amigos.

El destino de una persona, aseguran algunos estudiosos, puede estar determinado
en gran medida, por la amistad. Un joven puede comprometer o asegurar su
porvenir según las amistades que mantenga o rechace. Por algo existe el dicho:
"Los hombres son falsos, si conviven con mentirosos; ruines, si conviven
con avaros; y vanidosos, si se relacionan con presumidos". De la misma
manera, podemos afirmar que las personas son virtuosas, si conviven con
aquellos que practican las virtudes. La verdadera amistad, por lo tanto, se
contagia, se aprende y se debe enseñar con el ejemplo. Los amigos terminan por
ser los "libros del corazón".

Únicamente cosecharemos amistad, en la medida en que hayamos sembrado amor
comprensión y sinceridad con nuestros semejantes. Sin olvidar que la prueba de
fuego de una verdadera amistad pasa, necesariamente, por la soledad.

El Papa Juan Pablo II nos dice en sus diversos documentos que la amistad no es
un interés particular, sino una donación de uno mismo, de tiempo, de
disponibilidad, de generosidad, de caridad. Así, para mantener una amistad toda
la vida, debemos cultivar las siguientes virtudes:

 La sinceridad y la franqueza. El amigo
es alguien en quien siempre se confía. La mentira y la traición acaban al
instante con cualquier amistad, por firme que haya sido.

 El respeto al amigo tal como es. Dejarle
que tenga plena libertad de actuación y no pretender jamás adueñarse de su
voluntad. Ninguna forma de amor respeta tanto la libertad del otro como la
amistad.

 La generosidad. Es una virtud que, en la
amistad, se da en forma natural y espontánea. Esta generosidad entre amigos,
compartiéndolo todo, exige una necesaria dosis de respeto y delicadeza mutua.

 La aceptación de fallos, defectos y
limitaciones, sabiendo disculpar de la misma forma que uno desearla ser
perdonado y disculpado por el amigo. No ayuda a mantener una amistad el
sermonear o exhibirse como un ejemplo a imitar.

 La amistad es una forma de amor que
exige reciprocidad y se construye de encuentros diferentes, que son momentos de
felicidad y gran intensidad vital. En estos encuentros, los amigos se
complementan mutuamente y ven la misma realidad, del mismo modo.

 Para cultivar una verdadera amistad, hay
que tomar en cuenta que elegimos por amigo a quien se comporta bien con
nosotros, a quien a nuestro entender también los demás apreciarán como tal.
Nosotros, al mismo tiempo, nos comportamos de una forma ejemplar con el amigo,
si seguimos los consejos de DIOS.  La
amistad es sacrificio y abnegación porque cuando alguien es amigo, es capaz de
hacer cualquier cosa para ayudar. Si a las tres de la mañana te avisan que tu mejor
amigo sufrió un accidente, sin pensarlo dos veces, te levantarás e irás al
hospital a acompañarle. Es un sacrificio: el salir de noche, dejar de
descansar, pero como existe una verdadera amistad, ni te cuestionas el esfuerzo.


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